4 preceptos del budismo para combatir la ansiedad

4 Preceptos del Budismo para combatir la ansiedad

El Dalái Lama ha declarado en varias ocasiones que la causa de nuestra infelicidad es que no sabemos manejar nuestras emociones. Para el budismo ciertas emociones son consideradas nocivas, casi venenosas, por ejemplo el miedo, la ira y la frustración. Es por ello que aprender a lidiar con nuestras emociones es una de las tareas principales que cualquiera que desee ser feliz debe aprender.

1. Eres responsable de ti mismo

Algo tan sencillo y elemental que, en ocasiones, solemos pasarlo por alto. Muchos de nosotros responsabilizamos a los demás de nuestros problemas:“Si yo padezco estrés es porque mi jefe no tiene piedad y me exige demasiado, o porque mi pareja es muy egoísta y siempre me deja a un lado en sus decisiones”.

¿Somos quizá marionetas con hilos que guían los demás? En absoluto. Para el budismo, el acto de liberación depende de uno mismo. En esta corriente, en esta religión, no hay un “salvador” que venga a ayudarnos, sino que somos nosotros quienes, con nuestra fuerza interior, nuestra decisión y motivación, hemos de ser capaces de hacer frente a los problemas diarios. A nuestras propias limitaciones.

Hazte responsable, vístete con la armadura de la valentía y con determinación, esfuerzo y disciplina, haz frente a tus problemas, sabiendo siempre que la persona más importante en tu vida eres tú.

2. La importancia del “aquí y ahora”

En ocasiones, vivimos nuestros días recordando el ayer, evocando lo que sucedió en el pasado e incluso en lo que hemos hecho esta misma mañana. Y aún más, esos recuerdos se centran generalmente en errores cometidos, en lo que hemos perdido, en las personas que nos hicieron daño o incluso tendemos a focalizar nuestra atención en todos esos elementos estresantes, que nos generan aún más ansiedad.

Hoy he hecho esto mal en el trabajo”. “Ayer esta persona me contestó mal”. “No puedo olvidar la traición de esta persona…”. Este tipo de pensamientos generan un malestar constante en el que nos hallamos anclados, casi arrastrados en una marea de sufrimiento interminable.

¿De qué te sirve centrarte en el pasado, en lo que ya no está? Tu oportunidad está en el presente, en el “aquí y ahora”. En este mismo instante tienes la oportunidad de cambiar cosas para ser feliz. ¿A qué esperas?

3. La importancia del no-apego

No llenes tu vida de apegos obsesivos, no concentres tus objetivos en conseguir cosas, en tener una casa más grande, en tener un móvil de última generación. Tampoco centres tu felicidad en lo que los demás hagan o dejen de hacer. Desde el momento en que fijas tu existencia a cosas o personas,eres menos libre y estarás casi condenado al sufrimiento.
Lo ideal es establecer un apego saludable. Ama a tu pareja, pero fomenta también tu libertad, tu autoestima, tu crecimiento personal. No permitas que un apego excesivo vulnere tu autoestima, porque todo ello nos genera a su vez una alta sensación de estrés.

El miedo a defraudar a los demás, de no llegar a las expectativas de lo que espera tu familia, tu pareja, o tus amistades, son ideas que vetan nuestras libertades, que nos ponen cadenas y no apegos saludables donde poder ser nosotros mismos.

4. Caerás en los mismos errores hasta que logres aprender de ellos

Esta es una interesante idea del budismo que define lo que es el karma. Esta palabra tiene su origen en el sánscrito y significa “acción, hacer o causa”. ¿Qué nos enseña esta idea? 

Que nosotros mismos, con nuestras acciones, pensamientos y palabras vamos creando nuestra existencia, nuestra verdadera esencia.

Si nuestras acciones no son las correctas estaremos creando un “karma” negativo y, para el budismo, toda persona tiene la oportunidad de enmendar esos errores en nuevas vidas, hasta que enfoque adecuadamente ese problema, aplicando una acción adecuada, es decir, generando un buen karma.
Así pues, debemos tener en cuenta que el principal error que tenemos las personas es no ver precisamente que estamos haciendo algo mal. Si no lo vemos, si no le damos importancia, tropezaremos una y otra vez con la misma piedra. Si tú, por ejemplo, sufres estrés en estos momentos y no eres capaz de aislar las razones que lo originan y te responsabilizas de afrontar el problema, lo habitual es que dicha situación se agrave con el tiempo.

Si no te detienes a analizar tu “aquí y ahora”, no verás el problema, aquello que estás haciendo mal y, si no lo ves, lo repetirás una y otra vez. Así que, toma aire y párate un instante. ¿Qué cambios podrías hacer para encontrarte mejor? ¿Qué tal si a partir de ahora enfocamos las cosas de otro modo? ¿Qué te parece si nos priorizamos más a nosotras mismas y generamos “karma” positivo?

No lo dudes, tú eres el motor de tu vida, tú quien debe ser el artífice de tu propio bienestar. Lógralo con optimismo y con energía. ¡Lo mereces!

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